¿Cómo te llamo si no sé tu nombre?
Lo haré como sé, con silabas atorandose en mi boca,
locas y alborotadas, intentando salir sin siquiera lograrlo,
con miedo a desborotarse antes de llegar a tus oídos.
¿Cómo te veo busco si no te veo?
Será como antes, cuando me pierdo en el cielo,
donde mis ojos son una extención de la noche,
donde la luz escapa de mí, para vaciarse en ti.
¿Cómo te oigo si no me hablas?
Lo haré con el alma, que aunque cortes tus palabras,
aunque pares antes de empezar, aunque te alejes para no hablar,
te escucharé como sé, cuando en tu mente digas mi nombre, ya lo sabré.
¿Cómo te hablo si no me escuchas?
Con silencios adornados, tal vez alguna mirada,
un verso privado, o un recuerdo olvidado.
Con la misma luz que ahora ilumina la sombra de ayer, y la misma luz que será la sombra de mañana,
con veredas y caminos rectos, con palabras cautas o silencios insensatos, con pequeños detalles o grandes nimiedades, con la voz del viento, o las alas del alba.
¿Cómo te amo si ya no me amas?
Adán T.
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