lanzadas al viento, en un pequeño intento de elevarlas a los cielos
y que tomen el lugar de las estrellas para alumbrar tus noches y espantar tus miedos.
Y allí estás tú, vestida de luna nueva, doncella del cielo, las nubes tus velos,
las aves tus sueños.
Y las historias que se cuentan de nosotros son muchas, tan diversas como
entretenidas, la de la dama del cielo y el varón de fuego.
Que siempre te persigo y nunca te encuentro, que de los cielos me pierdo por buscarte
y por buscarme tú, te vas a donde no me halló, y así continua este crudo tormento.
Que la gente canta un cuento y desciende de los cielos, la dama del verano y el señor invierno,
dos opuestos que son eternos, eternamente efímeros, tú y yo, buscándonos en cada intento.
Luchando por estar juntos y alzar el vuelo tu mis alas y yo tu cielo, yo tu aire y tu mis sueños.
Y la gente podrá contar muchas cosas, y yo podré contar otras tantas más, pero nunca dejaremos de alucinar con lo que se esconde detrás de el conocimiento de lo cotidiano.
Adán T.
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