De eso vivimos los soñadores, de la esperanza, nuestra pequeña amiga, lo que nos mueve y nos motiva, es el gigante en piel humilde, lo que llevo el hombre a la luna y lo que me lleva al mañana cada día.
Es un salto al vació y algo más, algo que te hace volar y que no te permite hundirte, es un escudo, no un escondite, aún así y si la esperanza nunca muere, a menudo la enterramos en final precipitado, sin dejarle alcanzar a ver la luz.
Lo más triste es que la esperanza nunca trabaja sola, y por eso morimos de esperanza, de que sirve creer en que llegaremos lejos, si nunca damos un paso, la esperanza nunca trabaja sola, pero siempre la obligamos a morir acompañada, de nuestros sueños, y nuestras oportunidades.
Adán T.
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