Las mañanas se desbordan por mi pluma,
mi tinta se seca en mis hojas,
aquellas cómplices de tantos sentimientos guardados para ti.
Mis noches de velo y mis días de sueño,
mi ardid de olvido y cenit de fuego,
los logros de mis palabras evaden tus oídos,
pero mis notas sin ritmo están en el aire,
buscándote en el olvido.
Me olvide de acordarme,
de un dulce sentimiento,
que en mi alma llevo.
Me olvide de acordarme,
del amor que te tengo,
y has sufrido tanto,
y más de nuevo.
Me cansé de olvidarme,
de olvidarme del recuerdo mismo de nuestros días felices y noches tristes.
Y mis palabras son locas,
desordenadas mentales,
que por dejarte una nota se llenan de males,
que por dejarte un escrito se escriben finales.
Y mis hojas en blanco se quedan, esperando a que vuelva la inspiración,
la mariposa que aquel día partió, que del sol se oculta
y del sol vuelve a nacer.
Esto es un ciclo nuevo que apenas comienza,
estampado en el cielo, con mis palabras como tinta,
y las estrellas como testigo, que aunque llegué el día
en que las estrellas brillen en el cielo con oscuridad y celo,
tú luz las apartara de en medio y mi luz alejará el miedo.
Aunque la luna se tinte de rojo, la teñiré de nuevo,
de un blanco tan blanco que nos recuerde,
un blanco que entristezca al hielo.
Y con todo esto estás distraída, sin saber que te quiero,
sin saber que espero al mejor momento, para recordarte
que no me olvido, que recuerdo, que de noche lucho
y de noche muero, pero revivo a cada día para empezar la lucha de nuevo.
Y el amor no duele, lo que duele es la ausencia, si de ti, o de mi, o de los dos,
eso no lo se, quizá me falta un poco más de ti y a ti un poco más de mi,
quizá me falta un poco más de los dos, pero ya será el tiempo en el que estemos tan cerca,
aunque tan lejos, que ni la lejanía de nuestros cuerpos podrá cortar la cercanía de nuestros pensamientos.
Adán T.
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